sábado, 9 de abril de 2011

Rain no more

Meditar es como volver a casa, decía el chino que dirigía el grupo de meditación budista, frente mío y en el centro de la sala, la estatua del Buda, "el despierto", sereno, sentado en posición de flor de loto, delgado, con una sonrisa no mucho más marcada que la Mona Lisa, y unos pequeños ojos semiabiertos, sonriendo también con la mirada. Según el chino, nos pasamos mirando hacia afuera, deseando, buscando el éxito, la fama, estamos como en un viaje, donde nuestras emociones son como una tormenta que se agita en el mar, meditar según él, es entonces volver a nosotros, volver a casa, a nuestra esencia, que es como un mar el calma.

El Budismo rebosa de hermosas metáforas. Una de las cosas que me agrandan de la filosofía Budista es el énfasis que hace en el cese del sufrimiento. Las cuatro nobles verdades se centran en su erradicación, buscando la raíz del mismo, el apego, los deseos egoistas, la ignorancia. Otra grata novedad es que no hay Dios benefactor ni latigazos, toda la responsabilidad descansa sobre nosotros, sinembargo, el enanito escéptico que me acompaña a todos lados me hace un guiño y me mira con una sonrisa cada vez que la reencarnación, las energías o el karma aparecen en escena. Nuestro guía sólo se ocupa de hablar de las energías, según él la meditación trabaja con ellas, dejándolas fluir correctamente por el cuerpo. Yo opto por tomar lo que me sirve y bajar a tierra ciertos conceptos. Del karma, rescato la absoluta conciencia de que todos nuestros actos tienen consecuencias, de la reencarnación, el profundo respeto y compasión hacia todos los seres vivientes.

Es domingo y toda la sala emana incienso, el ambiente conspira para el viaje a casa. Todos mis artefactos high-tech de nuestra era de la información están apilados a mi derecha, reloj, billetera, celular, hoy solo busco el cese. Rain no more, después de todo somos producto de la lluvia, sin lluvia no habría mar, y sin mar no habría calma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario